El matón del cole

Hablar del “matón del colegio” es algo que resulta familiar para muchos, ya que quienes no fueron su víctima probablemente en algún momento sufrieron su maltrato. En medio de una cultura occidental donde se aceptaba con normalidad este fenómeno, hoy llamado “bullying”, las cifras de suicidios provocados por el mismo han despertado las luces de emergencia entre padres, profesores y gobiernos.

Con el desarrollo de las redes sociales entre los adolescentes y la facilidad con la que estos poseen en sus teléfonos celulares una cámara digital se ha ido registrando toda clase de abusos, que han despertado a la conciencia colectiva sobre el problema. Lo que en el pasado se observaba en su colegio con normalidad, hoy ante los lentes de las cámaras resulta inaceptable. Un repudio generalizado hacia estas prácticas ha provocado que al conflicto se le dé la importancia que se merece.

 El sonado de Casey Haynes, un  joven australiano que se defendió del acoso de un compañero de menor tamaño demuestra cómo esta situación es más sicológica que física, lo cual rompe un fuerte estereotipo al respecto. Televisoras a nivel mundial enfocaron al adolescente y a su acosador, poniendo de relieve el profundo conflicto detrás del bullying, donde también están involucrados los padres.

Otro caso que causó revuelo en las redes y luego los medios le dieron eco fue el caso de Karen Huff, una anciana supervisora de un autobús estudiantil, quien fue grabada mientras unos adolescentes la insultaban y hasta la agredían mientras ella los acompañaba en su transporte cotidiano. Posiblemente lo que más causó impacto en la audiencia fue ver cómo el acoso puede darse en diversas direcciones sin importar edad, sexo, estatus económico o educativo.

Por lo general se concibe al matón como aquel que posee una mayor capacidad (tamaño, intelecto, número, recursos, etc.) sobre su víctima medio a través del que agrede sin razón aparente a otro. Según la Fundación En Movimiento el bullying es también conocido como “acoso escolar”  y “se refiere a todas las formas de actitudes agresivas, intencionadas y repetidas que ocurren sin una razón clara adoptadas por uno o más estudiantes en contra otro u otros”.

“Este fenómeno no distingue raza, religión, posición social, estructura física ni edad, este problema está afectando cada vez a más temprana edad y ningún sector de la sociedad está libre de él”, añade.

Tal definición deja en claro el grave riesgo en el que puede caer la víctima del bullying si no se logra resolver el problema a tiempo, como ha ocurrido a decenas de adolescentes que han sido orillados al suicidio por ello.

Un triste ejemplo es el de Amanda Todd una jovencita que publicó su historia en Youtube. Ella hizo un recuento a través de carteles de todo lo que tuvo que vivir por haberse fotografiado los senos y enviarle las imágenes a un desconocido cuando tenía 12 años. Según lo que la joven describe este siniestro personaje la persiguió durante varios meses, enviándole las imágenes a sus amistades para chantajearla. Lamentablemente la situación de esta adolescente no es único, por el contrario, está reproduciéndose cada vez con más frecuencia a causa precisamente de la proliferación de la tecnología en manos de los más jóvenes.

Dentro de los estudios de sicología se han llegado a distinguir 5 de los tipos más frecuentes de bullying. El primero de ellos es el de índole sexual, esto puede ser esa forma aparentemente distraída con que se toca a una persona y negar inmediatamente la acción. Presionar a una persona a hacer algo que no quiere, como por ejemplo ver pornografía; insistir en dar un beso cuando no se quiere; cuando se manipula o se condiciona el afecto o la amistad y se pone a prueba al otro a través del chantaje.

Luego está el bullying de exclusión social la cual es la tendencia a excluir al chico o chica que según el líder del grupo es apto para estar con ellos. Se le ignora, se le aísla de forma deliberada, se le aplica la famosa “ley del hielo”. Muchas veces la víctima tarda en entender la intención de tal exclusión y el conjunto se deleita al ejercer dicho rechazo.

En tercer lugar está el bullying psicológico cuando se infunde temor en la víctima. Se le acecha, persigue, se le fuerza a hacer cosas que no quiere, como consumir drogas o alcohol. El niño o joven vive con angustia el encontrarse con el abusador en los pasillos o a la salida de la escuela. El agresor, al ejercer su poder, puede hacerlo casi de forma tiránica, más aún si el conjunto del grupo le atribuye cualidades de héroe por su audacia, su fuerza, su simpatía o incluso su patanería.

El cuarto tipo es el acoso físico que sucede cuando se pasar del abuso sicológico al empujón, los jalones, a la pamba y finalmente a una golpiza colectiva en donde los cómplices alientan, observan complacidos o indiferentes y otros con celulares graban las peleas.

El último es el “ciberbullying” el cual es la práctica de grabar las golpizas en las escuelas y subirlas a Internet lo cual se ha convertido en una constante, casi como si fuera algo gracioso. Es una forma más de ridiculizar y devaluar al otro. A esto de asocian los sitios en Internet donde se le permite a los alumnos difundir chismes, calumnias y hasta insultos de cualquiera que no le cayera bien. El abuso por internet tiene una expresión más alarmante, que es la de los acosadores adultos que se hacen pasar por jóvenes y que hábilmente a través de los foros (chat, Messenger, Hi Fi, etc.) consiguen seducir a sus víctimas con efectos graves en la salud física y mental de los jóvenes.

Las posibilidades de ser víctimas de acoso son prácticamente infinitas, nadie está exento de caer en las garras del bullying, solo hace falta está en el lugar incorrecto, en el momento incorrecto con las personas incorrectas.

Es deber de los todos los padres afrontar este conflicto con responsabilidad, ya que en el pasado lo que “ayer creaba hombres, hoy está trayendo suicidios”. No se puede asumir este grave problema con ideas preconcebidas, no es suficiente recetarle al muchacho(a) la afamada frase “aprenda a defenderse solo” porque en la extensa mayoría de los casos la situación sobrepasaría aún a una persona adulta. Resulta indispensable aprender rápido sobre esta flagelo porque combatirlo empieza por casa. 

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